Las frases

jueves, 24 de julio de 2014

Alfredo y las despedidas



Cuando a uno le preguntan en que momento empieza a gustarle el fútbol, las respuestas suelen ser muy variadas: mi padre me apuntó a un equipo de niño, jugaba con los chicos en la escuela, lo descubrí en la televisión, mi tío me regaló un balón, el Mundial de EEUU, etc. No obstante, todas las respuestas tienen como denominador común que es en la niñez cuando empezamos a amar nuestro deporte. 

En mi caso, sin duda, el gran culpable fue mi abuelo. Pasó toda mi infancia acompañándome de casa al colegio y del colegio a casa, como un guardián, el mejor guardián posible. Yo, que apenas era un crío, descubrí con él las mejores historias de fútbol, narradas por un hombre que había vivido muchos años y que, sobretodo, había disfrutado con el fútbol como muchos en los tiempos más difíciles de este país. Su memoria era en blanco y negro.

De todas las historias, podría pasarme la vida recordando las aventuras de Alfredo Di Stéfano. Por ello, ahora que la mayor leyenda blanca nos ha dejado, como mi abuelo, no puedo más que intentar hacer una parada para recordarle porque gracias a él, soy aficionado al Real Madrid y, por encima de todo, al fútbol. 

El Real Madrid preparó recientemente un vídeo para recordar a su futbolista más grande, que me encantaría poder compartir con ustedes. 

                             

Sin duda, el dialogo que hay al final resume lo que está vida es:
-Está usted emocionado.
-Un poco.
-¿Piensa usted en el otro final?
-Todas las despedidas son tristes.
-Ya lo dice la copla, dicen que no son tristes las despedidas (…).
Alfredo, con resignación responde:
-Algún día hay que irse, y cuesta, duele, porque aquí está lo mejor de mi vida.

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